Recientemente, lo que antes era la Residencia y Centro de Día para Personas Mayores de Villaverde dio a conocer su nueva identidad. Entre los toldos de color verde y los ladrillos rojos de Madrid, esta residencia pasa a convertirse en una residencia especializada en personas mayores LGTBI.
Una residencia para personas mayores LGTBI
La creación de la residencia para personas LGTBI surge de la Fundación 26 de Diciembre. Lo que busca es ser un centro especializado en acoger a mayores LGTBI, considerando que se trata de un colectivo de personas en el que el riesgo de marginación y de exclusión se ven multiplicados.
Situada en la Calle del Arroyo Bueno, 20-22, lo que esta residencia busca es en particular visibilizar la diversidad. Pero, además, se considera importante que se trate de una residencia especializada debido a que, de acuerdo a Federico Armenteros, creador y director de la Fundación 26 de Diciembre, las residencias tienden a partir de la heteronormatividad en su funcionamiento, incluyendo la forma de anunciarse con fotografías donde se muestra una vejez de pareja entre un hombre y una mujer.
Además, en entrevista con ABC, Armenteros explicó que:
“También, puntualmente, hay homofobia entre los trabajadores de residencias que resultan restrictivos o maltratan al grupo LGTBI+. Por eso mucha gente, que ya está en geriátricos, está pidiendo el traslado a esta nueva residencia. Están esperando entrar personas de más de 70 años que se han quedado en la calle, lo que es muy normal en la mujer cuidadora y en el gay cuidador, porque para poder entrar en una residencia pública hay que ser pobre de necesidad y mayor de 65 años”.
La residencia Josete Massa
El nombre de la residencia será Josete Massa. Dicha elección responde en particular a la primera persona que creyó en este tipo de proyecto. De acuerdo a los miembros del espacio, se inició el contacto con él a través de la trabajadora social de su centro de salud. Josete se caracterizaba por no permitir que otras personas entraran en su casa, viviendo de esa manera aislado durante 17 años. Luego de ser denunciado por su madre por ser bisexual, había pasado su juventud en un psiquiátrico. Posteriormente, la fundación se encargó de su caso. Para entonces, ya tenía diagnóstico de un cáncer de próstata avanzado y sostenía que no quería morir en un hospital. Así, la fundación logró que los cuidados fueran recibidos en su casa. Murió acompañado y donó su patrimonio a la Fundación 26 de Diciembre.
Sostiene Armenteros en la entrevista con ABC que:
“Hace unos años el tema LGTBI era algo de lo que no se podía hablar, tenías la sensación de que no encajabas, que no pertenecías a ese mundo. Solo sabía que me llamaban maricón, y como no tenías a nadie a quien acudir pensaba que si me gustaban los chicos es que era chica, porque solo existía ese pensamiento binomial, chico y chica. A mí no me detuvieron, pero los que estuvieron recluidos desde 1954 hasta 1978 ¿qué recuerdo ha quedado de esas personas que fueron detenidas o llevadas a los centros de concentración por pervertidos?”.