A lo largo de las últimas décadas, distintos países alrededor del mundo han ido avanzando en materia de derechos para la población LGTBIQ+ y el reconocimiento de su vulneración histórica de derechos como consecuencia de la discriminación a esta comunidad. Sin embargo, no todo han sido avances. Hay países que continúan penalizando la homosexualidad y en los que otras identidades de género son negadas y prohibidas, a la vez que algunos países retrocedieron sobre derechos que habían logrado conquistar. A continuación, hablaremos un poco de estos casos para conocer en qué territorios todavía es peligroso pertenecer a la comunidad LGTBIQ+.
Avances en todo el mundo de los derechos LGTBIQ+
Para comenzar, queremos destacar algunos de los avances que se han dado a lo largo del tiempo. En los últimos 30 años, un total de 49 de los 193 Estados que conforman la ONU descriminalizaron las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Hoy, 33 de estos países cuentan con regulaciones de matrimonio igualitario.
A pesar de ello, lo cierto es que todavía 6 países de la ONU siguen penando las relaciones entre personas del mismo sexo, con pena de muerte. Estos países son Nigeria, Irán, Brunéi, Mauritania, Yemen y Arabia Saudita. Además, hay otros países en los que no existe seguridad jurídica para estas personas, como son Emiratos Árabes Unidos, Afganistán, Qatar, Pakistán y Somalia.
Retroceso en Rusia
Uno de los casos en los que se puede observar un marcado retroceso es el de Rusia. Desde el año 2013, en este país está prohibido distribuir para los niños información sobre relaciones no tradicionales; es decir, sobre relaciones LGTBIQ+. Esto, por empezar a considerarlo como algo “perjudicial para su salud y desarrollo”. Pero, además, las personas homosexuales no pueden casarse ni tampoco tienen derecho a adoptar en este país, a la vez que las terapias de conversión están todavía habilitadas y las personas pueden ser sometidas a ellas.
Límites a la libertad de expresión sobre diversidad sexual
Del mismo modo que sucede en Rusia, hay al menos otros 50 países en los que se mantienen graves impedimentos para ejercer la libertad de expresión, en los casos en los que la comunicación está relacionada con cuestiones de género y diversidad. Además, en 11 de esos países hay leyes que fueron específicamente diseñadas para aplicar restricciones en términos de educación.
Un caso es el de Marruecos. En este país, se considera como “actos lascivos o contra natura” y son penados con penas de prisión que van de 6 meses a 3 años. Además, en varias ocasiones el gobierno ha retirado material didáctico que contenía frases vinculadas a la igualdad y la libertad sexual y de género.
Junto con esto, hay por lo menos 25 países más que regulan estrictamente los contenidos que se difunden mediante los medios de comunicación. Un ejemplo muy difundido en este sentido es el de China que prohíbe el contenido que expresa o que muestra relaciones o comportamientos sexuales considerados “anormales”, como es para este país la homosexualidad. El país ha eliminado muchas escenas de películas o de series tomando esto como argumento principal.
Terapias de conversión
Queremos hablar especialmente también de la situación de las terapias de conversión. Si se toman los datos de acuerdo a cada continente en general, África es el territorio con más países que aprueban y llevan a cabo las terapias de conversión para las personas LGTBIQ+. Europa aparece último en la lista, como el territorio donde éstas son menos admitidas y tienen más restricciones. El segundo continente con menos restricciones a las terapias de conversión es Oceanía.
Límites a las organizaciones
Para terminar, debemos hacer referencia a que hay por lo menos 55 países que presentan barreras legales para que las organizaciones de derechos de las personas LGTBIQ+ puedan registrarse y puedan funcionar de forma normal en sus territorios. Esto no solamente limita el marco de acción, sino también la forma de recabar información detallada y completa para poder generar y emitir informes que den cuenta de la situación real que cada territorio atraviesa. Esto contribuye también a la vulnerabilidad de derechos de las personas que no pueden acceder al acompañamiento, amparo e información por parte de las organizaciones.